Detrás de la crisis sanitaria: La COVID-19 golpea al sector del transporte de mercancías
- CARLOS CLIMENT SUSIERRA
- 18 feb 2021
- 4 Min. de lectura
Fuente: Publico.es
Carlos Climent. Castelló.
Ángel, transportista autónomo. Lleva un mes y catorce días sin arrancar su camión. Parado. Sin poder realizar un servicio. A cero. Los gastos no cesan. Impuestos. Dos camiones. Letra de ambos dos. Dos remolques, pero no cualquier remolque. Dos remolques portacoches: 2000 euros. Cabezas de los camiones: otros 3000 euros. Se está adelantando mucho dinero y el futuro es incierto. La situación es difícil y el sector del transporte lo está viviendo de manera agobiante, sobre todo las pequeñas empresas y los autónomos.
El pasado 14 de marzo el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, decretó el estado de alarma a causa de la expansión de la COVID-19. Con esto, se adoptaron medidas en todos los ámbitos, limitando la movilidad de las personas y las actividades no esenciales para contener el avance de la pandemia. Las ocupaciones que podían seguir sus funciones eran aquellas que tuvieran una relación directa con bienes de primera necesidad, alimentación o sanidad.
El transporte de mercancías está considerado como una «actividad esencial y libre de restricciones», según declaró la directora general de Transporte Terrestre, Mercedes Gómez al Comité Nacional del Transporte por Carretera (CNTC). Pese a esto, el sector se está viendo afectado «gravemente», ya que aunque el transporte sea esencial, hay muchas fábricas, comercios y empresas que han cesado su actividad —por ser consideradas como no esenciales—, lo cual ha producido que se reduzca el trabajo de ciertos transportistas, como, por ejemplo, Ángel Ruíz González, gerente de Transportes y Grúas J.O.S. S.L., que basa su trabajo en trasladar coches desde las factorías hasta las casas de vehículos, y explicó que las fábricas de coches y concesionarios están «parados», por lo que «la facturación es cero» y no han salido a trabajar «desde el primer día en que se declaró el estado de alarma».
El cese de actividad también ha afectado a estaciones de servicio, muchas han cerrado «porque son un negocio, la venta de carburante ha bajado y las gasolineras, para tener un negocio a pérdidas, cierran», pese a que «algunas están siendo obligadas a abrir porque es un servicio de primera necesidad», según explicaba José Antonio López Puentes, socio cooperativista y conductor de la cooperativa de transporte Trans Morvedre.
El cierre de ciertas estaciones está perjudicando a los transportistas como aseveraba el cooperativista: «No hay sitios para asearse, sitios para ir al servicio, para comerte un plato de comida caliente en cualquier área de servicio, están prácticamente todas cerradas, así como los aseos de muchos surtidores». Es por ello que consideran que están «olvidados» y reclaman una «parada» cada cierto número de kilómetros donde tengan la «oportunidad» de asearse, ducharse, despejarse un poco y comer en condiciones, según declaró Sergio Barbera Albert, transportista autónomo con camión plataforma de 3500 kg.
Otro aspecto que descontenta a los transportistas es la aprobación de la Resolución de 13 de marzo de 2020 de la Dirección General de Transporte Terrestre, la cual exceptúa «de forma temporal el cumplimiento de las normas de tiempos de conducción y descanso en los transportes de mercancías». José Antonio López Puentes critica la decisión por el «peligro» que conlleva el aumento de las horas de conducción y el realizar el descanso semanal en el camión, un descanso «malo» debido a la «falta de acondicionamiento de los camiones», que, «en el mejor de los casos», tienen literas de 2 m de largo por 80 cm de ancho.
El transporte es una industria con gran peso en la riqueza de nuestro país, con una posición estratégica dentro de una «creciente economía mundializada». Según un informe sobre la aportación del transporte realizado por CETMO —organización que buscar mantener el desarrollo socioeconómico en la zona del mediterráneo occidental— «el sector del transporte es clave para nuestra inserción en Europa y nuestra posición económica mundial como plataforma logística intercontinental y como apuesta geoestratégica y socioeconómica».
La pandemia de la COVID-19 está golpeando al sector económicamente y es que, pese a la aprobación del gobierno de prestaciones y ayudas, los autónomos y pequeñas empresas están «preocupados». Ángel Ruíz González —que es autónomo—, alegó que su empresa no ha recibido «ninguna» ayuda y que tienen que «esperar a final de mes para hacer el cierre de este y justificar las pérdidas de más del 75%». «Mis ahorros de la empresa están en negativo y los de mi casa me los he comido ya. Lo que me preocupa es la economía», exaltaba el mismo.
Junto a la preocupación por la economía y el «abandono» en ciertos aspectos al sector, los transportistas están en primer plano, expuestos ante el virus, cosa que a muchos les provoca «miedo». Según José Antonio López Puentes, el principal foco de contagio está en «los sitios de carga y descarga», sitio donde muchas empresas han activado un protocolo especial. Otras, en cambio, han puesto «más dificultades al trabajador», puntualizaba Carlos Junqueras Montava, delegado sindical de la empresa naviera Boluda Truck S.L.
Para intentar reducir los contagios, el gobierno repartió mascarillas entre las empresas, pero, pese a esto, la medida parece no satisfacer a todos, ya que según contaba Carlos Junqueras Montava, la administración había otorgado a su empresa cincuenta y cuatro mascarillas para cerca de treinta trabajadores, cantidad «insuficiente». Es por ello que muchos, como el mismo Carlos, han hecho «pantallas faciales de forma casera» y la empresa les ha facilitado «guantes de látex y de nitrilo, mascarillas y gafas de seguridad».
«Los asuntos económicos irán ganando protagonismo a medida que se vaya constatando el daño en las empresas y en el mercado de trabajo», publicaba Ignacio Sánchez-Cuenca en el medio digital CTXT. Mientras tanto, el sector del transporte ya está sufriendo las consecuencias —como muchos otros —. Hay miedo al virus, sí. Hay un cierto abandono al sector, también. Pero Ángel Ruíz González apelaba a que el mayor miedo de la mayoría de ellos reside «en lo económico», en poder aportar a la familia y «hacer frente a los pagos», que son de los pocos que, sin llevar el traje de los sanitarios, no han parado frente a la catástrofe que está provocando la COVID-19.





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