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1917: «El tiempo es el enemigo»

  • Foto del escritor: CARLOS CLIMENT SUSIERRA
    CARLOS CLIMENT SUSIERRA
  • 18 feb 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 23 mar 2022



Carlos Climent. Castellón.


«El tiempo es el enemigo». Con esta frase se presenta la película «1917», dirigida por Sam

Mendes y que recibió hace escasos días tres Oscar a mejores efectos visuales, mejor fotografía y

mejor sonido.


La película de Sam Mendes narra la historia que tienen que vivir dos cabos del ejercito británico

durante la Primera Guerra Mundial. A contrarreloj, estos soldados deben llevar el mensaje de

detener un ataque británico ya que es una trampa alemana y, si el mensaje llega, cerca de 1600

soldados podrán salvar sus vidas. Pese a que los protagonistas son dos, el director hace parecer

que no están solos y que tú, como espectador, seas el tercer miembro del grupo.

«1917» consigue a través de un juego espectacular de cámara y planos convertir la historia en

una narración sin apenas cortes (o eso parece), donde el espectador acompaña en todo

momento a los dos británicos en su misión y vive con ellos todos los acontecimientos. La cámara

hace un seguimiento de los movimientos de forma que el plano parezca único, por ejemplo, hay

un momento de la película donde los protagonistas deben subir unas escaleras para salir de la

trinchera. En ese momento, el equipo de 1917 decide no cortar la secuencia y subir las escaleras

grabando como si fuera el propio espectador el que realiza la acción.


Durante toda la película el espectador se encuentra mirando a los personajes a la altura de los

ojos y desde una posición casi de videojuego en primera persona (Call of Duty); consigue que te

sientas como uno más y que la misión también sea un encargo para ti. Hay situaciones donde el

agobio y nerviosismo abruman al espectador y este no puede huir. Al igual que en «La naranja

mecánica», el agobio afecta al público en el sentido de no poder escapar. Un ejemplo aparece

cuando los dos protagonistas se adentran en una cueva dentro del exterritorio alemán y una rata

pisa un cable que detona la estructura donde se encuentran. El juego en esta escena entre

sonido e imagen producen un agobio estrepitoso en el que, desde mi punto de vista, el

espectador pagaría por volver atrás y dejar el «encargo».


Cabe destacar también que, pese a que el guión pueda tildarse de simple en el sentido de que la

trama es muy sencilla (que los dos protagonistas hagan llegar el mensaje al otro batallón), la

duración de la película es muy buena ya que apoya ese agobio de las imágenes con el tiempo y,

sobre todo, en la escena final, donde uno de los protagonistas corre por mitad del campo de

batalla en busca del destinatario de mensaje mientras bombardean la zona y parte de los 1600

soldados salen a atacar. En este momento, el espectador es uno más y solo quiere liberarse

entregando el mensaje que el general había ordenado, cosa con la que juega muy bien el director

poniendo obstáculos de diálogo que te hacen gritar : «sigue corriendo, joder».


En cuanto al tratamiento del sonido, este es espectacular, durante toda la película el sonido es

clave para entender todas las situaciones. Momentos de silencio que no dejan un vacío sino

tensan e incomodan al espectador con la situación que vive. El mejor ejemplo, en mi opinión,

vuelve a ser el ya mencionado anteriormente de la cueva alemana; los dos protagonistas solos,

«encerrados» en unos planos claustrofóbicos donde una sola linterna alumbra el camino, silencio

absoluto y, de repente, el sonido de una rata caminado sobre unas bolsas colgadas del techo. El

espectador se esperaba lo peor y tras esto «se relaja», pero de repente vuelta al silencio hasta

que la misma rata que antes nos había «liberado» hace estallar la cueva chafando una trampa.

Del silencio al estallido, cosa que hace que el espectador se levante del asiento por el susto

provocado y la tensión acumulada, causada al cien por cien por el juego del silencio con la

imagen.


Haciendo hincapié en los personajes vemos que el director elige dos cuerpos alejados de los

cánones militares perfectos (altos, fuertes...) cosa que hace desconfiar de que estos consigan la

misión. Además, presenta a los mismos durmiendo en un árbol con muy pocas ganas (por lo que

se ve) de ir a salvar 1600 vidas. El director te da para «tu viaje» dos jóvenes inexpertos que no

dan nada de seguridad o confianza. Al igual que en la ya comentada «Naranja Mecánica», el

director rompe con los tópicos y no por ir con dos jóvenes inexpertos no vas a conseguir el logro.

Kubric lo hace con el personaje principal de su película que no por escuchar música clásica es un

personaje «bueno».


Por lo que hace al papel de la mujer, destacar que solo aparece una mujer y un niño en toda la

película y es que si nos fijamos en la escena, la misma muestra a una mujer que está cuidando a

un pequeño que ni conoce, en un pueblo en llamas y sin comida. En mi opinión, este momento

puede ser una metáfora ya que en estos tiempos que se simulan en la película, la mujer era la

encargada de cuidar los hijos y la casa y huir en caso de necesidad ya que la mayoría de

hombres estaban en la guerra. Del mismo modo, el fin de la Gran Guerra haría que se produjera

«una crisis de natalidad y superpoblación femenina» que provocó que las mujeres tuvieran que

«hacerse cargo de los trabajos masculinos de la época».


En mi opinión, el final de la película es demasiado poético para el contexto histórico y narrativo

que se cuenta. Río, pétalos, música y un bosque encantador para encontrar al escuadrón que se

buscaba tras pasar por montañas de cadáveres y balas. La Primera Guerra Mundial es un

conflicto que dejó la pérdida de más de 10 millones de soldados y más de 8 millones de civiles

por lo que, muchos pétalos, creo que no es lo indicado.


En conclusión, la película me parece una obra de arte fusionando imagen, sonido y ambiente

donde te lleva hasta el final sin opción de huir y con cierta angustia y tensión en todo momento.

Consigue que el espectador «empuje» desde su asiento y quiera que la orden que les han dado a

los dos británicos llegue para poder escapar de ese «infierno».





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